domingo, 19 de febrero de 2017

Fideuá de Carne

¡Feliz semana a todo el mundo! Vuelvo al ataque después de una semana de no parar entre una cosa y otra, tanto que anteayer me dí cuenta que llegaba el finde y no había pensado qué iba a publicar esta semana en el blog 😅😅😅, Así que me estuve estrujando la neurona y entre varias opciones elegí el cocinaros una rica fideuá, pero en vez de hacer la tradicional de marisco la he querido dar otro toque y hacerla con carne, más cómoda de comer por no haber ninguna cáscara y otra opción para todas aquellas personas que no sean amigos del marisco y el pescado o tengan alguna alergia a esos alimentos. La verdad es que la pinta y el sabor han quedado riquísimos:


Un par de apuntes antes de meternos en faena: los fideos usados para la fideuá tradicional son los fideos normales, los de toda la vida. Hoy en día se ha extendido el uso de unos fideos supuestamente especiales para la fideuá, más anchos y con un agujero en el centro, que por supuesto podéis usar, pero el resultado varía mucho de si se hace con fideos normales. Éstos otros fideos que venden especiales para fideuá los usaremos en alguna receta de fideos a la cazuela, pues en ese tipo de recetas es en los que su uso es más acertado. Y el segundo apunte: la paellera que vayamos a usar para cocinar esta fideuá cuidaremos que se pueda meter al horno para rematar el cocinado (que no tenga partes plásticas que se puedan quemar). Dicho esto, ¡al lío!

Ingredientes (4 personas):
  • 300 gramos de fideos
  • 200 gramos de carne picada (Ternera, cerdo o mezcla. Yo he usado ternera asturiana, que me encanta)
  • 200 gramos de pavo troceado sin huesos ni piel
  • 150 gramos de tomate frito (mejor casero, por supuesto)
  • Medio pimiento verde (o uno si es italiano)
  • Medio pimiento rojo
  • Media cebolla
  • 2 dientes de ajo (o uno si es muy grande como es el caso)
  • 750 ml de caldo de pollo (como siempre, mejor si es casero)
  • Una hoja de laurel
  • Azafrán en hebras
  • Sal y pimienta
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Una guindilla cayena pequeña (opcional)

Elaboración:
  • En la paellera (o paella) que vamos a usar pondremos un poco de aceite y tostaremos un poco los fideos a fuego medio-alto con cuidado que no se nos quemen mientras los removemos bien. Una vez hecho esto, los guardaremos aparte en un plato o fuente. Gracias a este paso conseguiremos que los fideos no queden hechos una pasta, sino sueltos y con volumen en el plato.

  • Pondremos más aceite de oliva en la paellera hasta prácticamente cubrir el fondo. Calentaremos y echamos la cebolla picadita con un poco de sal para que se poche.

  • Una vez tengamos pochada la cebolla, añadimos los ajos laminados y la cayena machacada. Freímos removiendo hasta dorar los ajos.

  • Doraditos los ajos, añadimos el pimiento rojo y verde picaditos y removemos bien para que vayan pochando también hasta que vaya dorándose todo el sofrito.

  • Cuando esté todo dorado (veremos que el pimiento ha suavizado su textura y abulta menos). Añadimos la carne salpimentada y el laurel y removemos para que se haga un poco por todos los lados.

  • Una vez marcada la carne añadiremos el tomate frito, removemos y dejamos que se guise todo 2 o 3 minutos.

  • Pasado este tiempo, añadimos el caldo de pollo y las hebras de azafrán. Mantendremos un fuego medio-alto hasta que hierva.

  • Cuando hierva, añadimos los fideos que teníamos tostados y los repartimos con cuidado con una cuchara de madera sin remover demasiado, ya que si se van muy abajo desde el principio se pegarán bastante a la base durante la cocción. (Aunque claro está, si os va el "socarrat", pues removed sin miedo, jejeje).

  • Bajamos el fuego a medio-bajo y dejamos cocer durante unos 15 minutos. Estaremos atentos a media cocción por si debemos bajar el fuego si se nos deshidratan demasiado. Pasado este tiempo, meteremos la paellera al horno a gratinar unos 5 minutos en los que veremos que algunos fideos quedan más dorados y en punta por el gratinado. Sacamos, dejamos reposar 5 minutos más y podremos servir a los comensales. ¡Disfrute asegurado para los amantes de la pasta y de este tipo de elaboraciones!

lunes, 13 de febrero de 2017

Restaurante Mayorazgo de León (Santa Colomba de Curueño-León)

¡Feliz nueva semana a todo el mundo! Este fin de semana, durante un viaje exprés a la provincia de León, he podido ser testigo y afortunado catador/comensal/huésped de un pequeño restaurante situado en una bonita población leonesa llamada Santa Colomba de Curueño. El restaurante en cuestión se llama "Mayorazgo de León", y no puede haber duda alguna que de verdad eleva el nombre de León y de su gastronomía a cotas muy altas.
Pocas veces tiene una persona oportunidad de poder disfrutar de una comida que aúne con tanto acierto y tanto respeto el producto de la tierra con una cocina tradicional renovada con técnicas y combinaciones frescas y sorprendentes, de un buen gusto y un acierto exquisitos y con un cariño y devoción tras los platos que se transmite en cada bocado.



La fachada está bastante más bonita que como se aprecia en las fotos, más luminosa y con una rotulación más grande, pero no me dí cuenta de sacar una foto de ella. Podéis ver más fotos e información en su página web: Restaurante "Mayorazgo de León". Obligado ir con reserva previa para que el Chef nos pueda preparar todas las elaboraciones.
Además del buen hacer en la cocina podréis tener la suerte de conocer a dos grandes personas como son Gonzalo y Jesús, Chef y Jefe de Sala, padre e hijo, que os harán sentir como en casa propia o incluso mejor si cabe. La pasión por la cocina que Gonzalo transmite con sus explicaciones del menú que va a servir o el proceso de creación o transformación de alguno de los platos hace que antes de sentarse uno a la mesa los jugos gástricos se pongan en funcionamiento ante la previsión de lo que se va a degustar. Así mismo acompaña cada plato en concreto durante la comida con una explicación detallada, ofreciendose incluso a explicar cada receta a quien lo requiera.
De entrada, el lugar en sí es tan discreto y humilde que hace que su nivel culinario destaque aún más por no ser lo que podrías esperar al entrar a un local con esas características.

Comenzamos pues la gratificante experiencia tras las explicaciones del Chef Gonzalo sobre el menú:


La forma de abrir las papilas gustativas y el olfato por parte de Gonzalo es un bocado de "Aire de Naranja", sutil a la par que fresco y original, ya que normalmente el uso que se les suele dar a estos aires o espumas es casi meramente decorativo y suele pasar bastante desapercibido, al ser eclipsado por el resto de componentes del plato. En esta ocasión toma más protagonismo y hace que el comensal aprecie de verdad lo que es una espuma o aire y comprenda que tiene un papel marcado como tal.
Si alguien, a la vista de este comienzo piensa "vaya, ya estamos con la cocina modernilla y minimalista, a pasar hambre toca" que se lo quite de la cabeza, ya que nada más lejos de la realidad. El menú que nos plantea Gonzalo es un "crescendo" en el que cada plato es más complejo y abundante que el anterior, logrando que los comensales acaben bien saciados y felices... Y LO CONSIGUE.


Seguimos con el primero de los entrantes llamado "Puntas de Pollo", consistente en bocados generosos de contramuslo de pollo deshuesado con una cubierta de patata sobre una emulsión de pimiento asado. La carne jugosa y suave, el exterior crujiente y agradable y la emulsión realmente exquisita (y algo a reproducir en casa en cuanto pueda, jejeje). El plato de la foto fué para cuatro personas, por lo que ya entramos en 3 bocados por persona, que es buena ración.


Echando mano a los buenos productos de la tierra leonesa consigue Gonzalo que sigamos disfrutando con unos "Rollitos de Cecina de León con Mango y Queso de Santa Colomba de Curueño". El toque fresco y dulce del mango y el salado del rico queso envuelto con la cecina más sabrosa y tierna que he probado evocan el concepto de "melón con jamón", pero a un nivel muy superior. Como veis, de nuevo varios bocados por persona, así que de pasar hambre nada.


Llegamos al verdadero summum del menú, con un plato que nos sorprendió y agradó a un nivel bestial. Un verdadero placer para los sentidos que casi acabó de llenar nuestros estómagos, todo lo de después fué pura gula. Se trata de un "Mazapán de Morcilla con Pera confitada" en el que la combinación de sabores está muy bien ideada, su textura es muy agradable y los acabados con los crujientes tan sutiles y tan acertados hacen de éste plato toda una obra de arte de la creación culinaria de la mano del Chef Gonzalo. Un bizcocho esponjoso y con la humedad justa que transmite un sabor nada agresivo de morcilla de León, que está coronado con trozos de pera confitada (la cual nos explicó Gonzalo que se lleva a ebullición y se enfría ¡hasta 10 veces!, consiguiendo una textura y aroma impresionantes). Rematado todo ello con unas gotas de reducción de vino Sansón (muy parecido a la quina). Estoy deseando poder volver a probarlo.


¿Qué decís? ¿Que aún os queda hambre? ¡¡Tragones!!Pues con este plato ya rematamos la faena, tanto que sólo pudimos con la mitad (no por que estuviera malo, al contrario, sino porque era imposible meter más comida al cuerpo), ofreciéndonos Gonzalo y Jesús gentilmente el resto en cómodos tuppers de los que dimos buena cuenta en la cena. "Tortilla Pastora (o Campera, no estoy seguro) en hojaldre". Es una tortilla sobre una base de hojaldre ligero que está acabada al horno, recordando a un quiché, pero mucho más suave y esponjosa. Un sorprendente acierto el sustituir la patata por manzana, consiguiendo una textura muy suave. Coronado todo ello con unas lonchas de jamón leonés ahumado tremendamente rico.


Llegamos sin hambre al postre, todo un placer para los amantes del chocolate. Gonzalo dice que "se come todo menos el plato", y en efecto así es. Chocolate trufado con polvo de oro, bombones de chocolate blanco (menos dulzones de lo que suele ser habitual en este tipo de chocolate, cosa que es de agradecer), miel de León, frutos rojos, cristales de azúcar de varios colores y figuras de caramelo crujiente que le daban al plato vida propia. Nos costó, pero pudimos con ello, jejejeje. Un gran acierto el experimento "sobre la marcha" (en el que ves a Gonzalo con los ojos brillantes mientras escuchas el ronroneo de la maquinaria en su cabeza preparando la siguiente variación de la receta), de echar un poco de orujo de hierbas (tan típico de la montaña leonesa) para combinarlo con los bombones de chocolate blanco.

Acabando la comida, el rito de encender una vela pidiendo cada comensal un deseo, con la promesa de dejar que se consumiera y apagara sola, ya que está más que comprobado por experiencia propia de Gonzalo que se cumplirá. (¡Eso espero!)

Un diez en la comida, y un mil en el trato. Espero volver no tardando mucho, y espero que el arte del Chef Gonzalo en la cocina y en la vida se alargue por muchos, muchos años y que su forma de ver la cocina en general y la leonesa en particular sea imitada cada vez más. Simplemente gracias por darnos unas horas de felicidad comiendo en su casa.

sábado, 4 de febrero de 2017

Carrilladas de cerdo al vino tinto con setas

 ¡Feliz semana, mundo! Hoy vamos a "atacar" con una receta de las de toma pan y moja, de las de cazuela y "chup-chup" lento y de las que se deshace en la boca de tierna: unas Carrilladas (o carrilleras) de Cerdo al vino tinto con setas.



 Cada día se va extendiendo más y más el uso de los "mofletes" del cerdo y de la ternera en la cocina española, antaño sólo usados por las amas de casa y algún restaurante modesto por ser una forma de adquirir una carne de calidad a muy buen precio. Resultan una carne tierna, suave y sabrosa que guisada con vino tinto se eleva a la categoría de manjar.
 La mayor diferencia entre las carrilladas de cerdo y las de ternera, aparte del tamaño, es el tiempo de cocción. Mientras que las de cerdo tardan en hacerse una hora y media en cazuela (unos 25 minutos en olla exprés), las de ternera pueden fácilmente tardar alrededor de unas 3 horas en cocerse (45 minutos en olla exprés). Yo los hago siempre en cazuela, pues aunque tarden más las tengo siempre controladas de punto de cocción y de cantidad de caldo. Bueno, sin más dilación vamos con la receta:

Ingredientes (por persona):

  • 2 carrilladas de cerdo (unos 250 gramos aprox.). (aunque como véis he hecho trampa y he usado 3, jijiji)
  • un vaso de vino tinto (cuanto mejor vino, mejor resultado)
  • un vaso de agua.
  • un puerro.
  • una cebolla.
  • un diente de ajo.
  • una zanahoria.
  • sal y pimienta.
  • romero.
  • un poco de harina.
  • una nuez de mantequilla (cucharadita).
  • aceite de oliva virgen extra.
  • un puñado de setas al gusto (yo he usado "Trompetas de la muerte" deshidratadas, pero podéis poner las setas que más os gusten para guisos de carne, como boletus, cantarelus, perrechicos, etc... tanto deshidratadas como frescas).

Preparación:
  • Pondremos la mitad de las setas a remojo en agua tibia para que se hidraten, la otra mitad la reservamos para añadirlas más tarde al guiso (En caso de ser frescas no hará falta hidratar nada, sólo separaremos la mitad y las añadiremos cuando se indica).

  • Con una puntilla bien afilada quitaremos las telillas y grasa que pudieran quedar en las carrilladas (normalmente en la carnicería las dan bastante limpias si se lo pedimos). Salpimentamos y enharinamos, sacudiendo el exceso de harina. (en caso de usar carrilladas de ternera sería conveniente partir en cuatro trozos cada una para que sean más manejables).
  • En la cazuela donde vamos a cocinar, cubrimos el fondo con aceite de oliva virgen extra. Calentamos y echamos las carrilladas enharinadas, dorándolas bien por todas partes. Sacamos una vez doradas y reservamos en un plato.

  • Con una espátula o cuchara de madera "desglasamos" la cazuela (frotamos el fondo para aprovechar el gusto de los restos de dorar la carne).

  • Añadimos las verduras (puerro, cebolla, ajo y zanahoria) cortadas en daditos y pochamos.

  • Cuando estén bien pochadas, añadimos las carrilladas, las setas deshidratadas (no las del remojo), el agua, el vino y el romero. Removemos y ponemos a fuego medio-bajo. Tapamos y coceremos durante hora y media, dando la vuelta a las carrilladas cada 20 minutos para que no se peguen.

  • Pasado este tiempo comprobaremos que la carne de las carrilladas casi se separa tan sólo con presionarlas con la espátula de madera, si no fuera así las tendremos una rato más al fuego. Sacamos las carrilladas y con la batidora trituramos bien la salsa (si queréis que os quede más fina podéis pasarla por un chino o pasapurés una vez tritutada, a mi me gusta con "tropezones"). Añadimos las setas que teníamos a remojo (¡no tiréis ese agua, os servirá para un caldo o para otro guiso!) y una nuez de mantequilla, para que la salsa nos quede brillante. Removemos para que se deshaga. 

  • Añadimos las carrilladas y removemos. Cocinamos todo junto otros 5 minutos y podremos servir con un buen trozo de pan para acompañar y un buen vino tinto Ribera del Duero. ¡Buen provecho!